...anatomía...

ESTUVE FRENTE A UN CADÁVER. No sólo uno, sino varios. Y fue extraño... no sentí miedo, ni asco, ni pena... fue extraño, porque antes de la experiencia pensé que me iba a sentir mal, que me iba a dar pena, o qué se yo... cualquier cosa. Pero en el momento no fue así. Lo que sentí, más bien fue gratitud por esas personas. Gratitud, porque nos mostraban sus estómagos, hígados, corazones, riñones, intestinos... incluso nos mostraban sus partes más privadas sin sentir vergüenza.

Escuché palabras que nunca en mi vida había escuchado: "tubas de no-sé-donde", "esfínteres de no-sé-qué"... también dije algunas que conocía: pericardio, ventrículo, duodeno... de toda esa majamama de cosas se encargaba Paulina, una sumpática estudiante con una memoria impresionante.
En fin...

sé que esos cadáveres, aunque ahora no sean más que un montón de tejidos y sistemas, partes de un rompecabezas orgánico, fueron personas.